Aunque el virus de la COVID-19 se ha convertido en endémico y es menos grave, los contagios, al igual que los de la gripe, siguen siendo preocupantes debido a las continuas mutaciones. Las vacunas, además, han demostrado una eficacia limitada contra las variantes más recientes. Los hospitales han vuelto a exigir el uso de mascarillas debido al aumento de las tasas de infección, y las autoridades sanitarias esperan un incremento significativo de las enfermedades respiratorias y de los ingresos durante los meses de invierno.
Las últimas variantes de SARS-CoV-2 (JN.1) han causado casi la mitad de los casos de COVID-19 durante las vacaciones. En los dos últimos años, también se ha observado que el COVID-19 no sólo es causa de enfermedad respiratoria temporal, sino que puede desencadenar una enfermedad crónica. El llamado «Covid persistente» podría ser más debilitante en personas previamente sanas. Puede llegar a durar semanas, incluso años después de la infección y puede manifestarse con problemas cardiovasculares, deterioro cognitivo, niebla cerebral, problemas de concentración y memoria, dolores nerviosos y otros.
Para desafíos de este tipo, tenemos que confiar en nuestro sistema inmunitario para protegernos y controlar este y otros coronavirus y otros virus, incluida la gripe. Su funcionamiento óptimo, incluida la producción de «células de defensa» (glóbulos blancos), anticuerpos, y la óptima función del timo y del resto de glándulas inmunomoduladoras inmunitarias depende en gran medido de los micronutrientes. Por ello, apoyar su sistema inmunitario con una ingesta diaria de un programa completo de micronutrientes es una medida básica y prudente. Especialmente importante para la función inmunitaria y el control de mecanismos de infección vírica son la vitamina C, el aminoácido lisina el grupo de vitaminas B, la N-acetilcisteína y minerales como el zinc y el cobre.
Las deficiencias nutricionales conducen a una baja inmunidad y a mayores infecciones. Una inmunidad deficiente además puede favorecer el crecimiento del virus y acelerar su propagación por el organismo.
La ciencia ha demostrado que la vitamina C, la lisina y la N-acetilcisteína pueden bloquear la entrada del virus e impedir su multiplicación dentro de las células. También se ha demostrado que la vitamina C actúa contra virus latentes y limita la propagación de infecciones al mejorar la integridad del tejido conjuntivo. Aunque estos micronutrientes son conocidos individualmente por mejorar la respuesta inmunitaria, se necesitan en dosis muy altas.
Y, por su parte, los científicos del laboratorio de investigación del Dr. Rath han demostrado que una formulación que incluyera varios de estos micronutrientes era mucho más eficaz para bloquear la entrada del virus y su multiplicación que cuando se utilizan individualmente, y esto fue posible utilizando dosis significativamente más bajas, alcanzables por vía oral mediante suplementación oral.
Esta composición científicamente desarrollada ha recibido patentes estadounidenses e internacionales. Contiene vitamina C y otros compuestos vegetales naturales que actúan en sinergia para una respuesta óptima a diversos problemas de salud.
Esta composición patentada se desarrolló tras rigurosas pruebas con más de 55 extractos de plantas, entre ellos curcumina, té negro, resveratrol, extracto de brócoli y otros que afectan a múltiples mecanismos de infección a la vez. La combinación podía inhibir la fijación y la entrada de partículas víricas en las células, incluyendo Omicron y otras variantes del SARS-CoV-2.
