Al hablar de salud femenina, pocas veces se menciona el aumento de las enfermedades crónicas que se está produciendo entre las mujeres año tras año.

¿Sabías que muchos problemas de salud afectan más a las mujeres que a los hombres?

La causa más frecuente de muerte entre las mujeres es cardiovascular (ECV) y, sin embargo, sólo el 56% de las mujeres estadounidenses, incluso los profesionales sanitarios, están al corriente de este hecho. En Estados Unidos, más de 60 millones de mujeres padecen algún tipo de ECV, lo que representa un tercio de todas las muertes en el mundo.

Por otra parte, existe una mayor prevalencia de obesidad, tensión arterial no controlada y diabetes en las mujeres que, en los hombres, todo lo cual puede causar diversas complicaciones cardiovasculares, incluidos los accidentes cerebrovasculares. La mayoría de los ictus se producen por obstrucciones de los vasos sanguíneos del cerebro y, el ictus en particular, mata a más mujeres que hombres. Aunque los factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol alto, la diabetes, el tabaquismo y los antecedentes familiares se aplican a todos por igual, las mujeres tienen algunos factores de riesgo únicos, como el embarazo, las píldoras anticonceptivas, la terapia hormonal sustitutiva y las migrañas frecuentes.

A pesar de que las mujeres se suelen preocupar más por el cáncer de mama, se calcula que una de cada tres morirá a causa de una cardiopatía o ictus, frente a una de cada cuarenta mujeres que morirá por cáncer de mama.

El cáncer de mama representa alrededor del 12% de todos los nuevos casos anuales de cáncer en el mundo. Aunque se da también en los hombres, es 100 veces más frecuente en las mujeres y causa 685.000 muertes en todo el mundo.

Además, las mujeres constituyen casi el 80% de la población afectada por enfermedades autoinmunes y sufren un grado desproporcionadamente alto de discapacidad asociada a este espectro de afecciones. Las enfermedades autoinmunes se producen cuando el sistema inmunitario del organismo se descontrola y ataca a sus propias células sanas. Algunas de las enfermedades autoinmunes más comunes son el lupus, la artritis reumatoide, la celiaquía y la esclerosis múltiple.

Y hablemos de salud cerebral. La enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que representa hasta el 70% de todos los casos de demencia y la causa más frecuente de pérdida de memoria, déficits cognitivos y alteraciones del comportamiento. Más de cinco millones de personas en Estados Unidos están diagnosticadas de EA y casi dos tercios de ellas son mujeres. En mujeres posmenopáusicas, la pérdida de producción de estrógenos, los triglicéridos y los niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL) se asocian con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y EA.

Se calcula que la EA podría alcanzar los 16 millones en 2050, a menos que aparezcan nuevos tratamientos o seamos capaces de prevenir o retrasar su aparición.

Por su parte, la osteoporosis aumenta las posibilidades de caídas y fracturas, lo que, a su vez, conlleva más complicaciones. De los diez millones de estadounidenses con osteoporosis, el 80% son mujeres. El avance de la edad, así como la disminución de los niveles de las hormonas estrógeno y la progesterona, aumentan el riesgo de osteoporosis.

Las mujeres también tienen un mayor índice de infecciones urinarias, debido a la menor longitud de la uretra. Esto hace que las mujeres sean más propensas a las transmisiones bacterianas en la zona genital. Además, las mujeres también son propensas a las enfermedades del aparato reproductor.

La investigación y los tratamientos actuales suelen centrarse en una sola enfermedad. Sin embargo, muchas personas padecen múltiples problemas de salud coexistentes. Mientras que las mujeres se ven afectadas en exceso por varias enfermedades crónicas, se las excluye desproporcionadamente de la investigación clínica porque están en edad fértil o tienen problemas de salud y no cumplen los criterios de elegibilidad. En consecuencia, los médicos tratan cada afección por separado, lo que da lugar a la prescripción de múltiples medicamentos, cuyas interacciones se desconocen en gran medida. Esto, a su vez, suele redundar en más problemas de salud y mayor medicación.