Hígado graso: una enfermedad al alza que puede revertirse con micronutrientes y dieta
Hígado graso

Alrededor del 25 por ciento de las personas en Alemania tienen hígado graso no alcohólico, la mayoría sin saberlo. La esteatosis hepática es la enfermedad hepática crónica más extendida y lo insidioso de esta común enfermedad es que en las primeras fases apenas provoca síntomas perceptibles. Un examen ecográfico médico junto con un análisis de sangre, que incluye la determinación de las enzimas hepáticas es lo que nos llevará a su diagnóstico.

El aumento de las células grasas del hígado se produce de incógnito y la razón suele ser una dieta pobre con demasiados hidratos de carbono de cadena corta y grasas trans. Si a ello le añadimos, muchos alimentos precocinados y poco ejercicio, la combinación resulta peligrosa. El sobrepeso también puede tener un efecto negativo. La obesidad favorece el hígado graso no alcohólico. A su vez, el síndrome metabólico y la diabetes también pueden provocar hígado graso. Una vez conocida la patología, quienes no cambian sus malos hábitos corren el riesgo de desarrollar enfermedades secundarias porque el hígado graso no alcohólico no tratado suele pasar a la siguiente etapa en la que existe el riesgo de inflamación del hígado y, en el peor de los casos, de padecer cirrosis hepática o cáncer.

La fatiga, la falta de apetito, las náuseas y los niveles elevados de azúcar en sangre pueden ser los primeros signos de enfermedad hepática. La ictericia es un claro signo de disfunción hepática. Así que, si la piel y los ojos ya se han vuelto amarillentos, hay que acudir al médico de forma inmediata.

Hasta la fecha, no hay forma de curar el hígado graso con medicación, pero la buena noticia es que el hígado es capaz de recuperarse. Un cambio en la dieta y el ejercicio pueden revertir la situación y terminar con un diagnóstico de hígado graso en dos o tres meses por término medio.

Una dieta adecuada, con la elección de alimentos inocuos para el hígado, una ingesta suficiente de ácidos grasos omega-3, muchas proteínas y menos carbohidratos suele ser una combinación ganadora. Los productos de harina blanca deberían eliminarse. Las ensaladas y las verduras deben constituir la parte principal de las comida y la carne y los embutidos deben reducirse drásticamente porque aumentan los triglicéridos. El café está permitido – la cafeína, de hecho, reduce el riesgo de elevación de las enzimas hepáticas y puede prevenir las enfermedades del hígado-.

También resulta fundamental hacer pausas de unas cuatro horas entre las comidas, que deberían ser bajas en grasas. En lo posible, evitar el alcohol y el azúcar que resultan igual de perjudiciales. El azúcar se convierte directamente en grasa en el hígado.

El ayuno intermitente también puede favorecer el proceso de recuperación del hígado. Toda persona con sobrepeso debería reducir sus kilos en, al menos, un siete por ciento. Incluso esta pequeña pérdida de peso tiene un efecto positivo sobre el hígado graso.

La avena ingerida de forma regular también alivia la carga de este importante órgano, al tiempo que ayuda a perder peso y estabiliza el nivel de azúcar en sangre. Aporta hidratos de carbono de cadena larga y es un tipo de fibra, que llena pero no engorda. Los copos de avena mejoran el entorno intestinal (microbioma) al promover las bacterias intestinales buenas.

El betaglucano contenido en el producto integral, por su parte, contribuye a reducir los niveles de colesterol y mejora la resistencia a la insulina. Esto facilita que el hígado se mantenga en forma y sus funciones, operativas.

Sabemos también que la relación entre el intestino y el hígado es directa. Las bacterias intestinales buenas garantizan una flora intestinal intacta. Los probióticos y los prebióticos, las verduras fermentadas y los productos lácteos agrios favorecen un microbioma sano y una composición bacteriana favorable para el hígado.

Por el contrario, la nicotina daña el microbioma. Por ello es aconsejable abstenerse de fumar.

Las disfunciones del hígado pueden desencadenar enfermedades intestinales en las que el microbioma se desequilibra. Una composición bacteriana intestinal deficiente provoca inflamaciones y procesos tóxicos. Además, una barrera intestinal permeable permite la entrada de sustancias tóxicas en el hígado.

En consecuencia, los mecanismos de defensa de ambos órganos digestivos responden con una fuerte inflamación.

Como regulador, el hígado desempeña un papel principal en el metabolismo del azúcar.  Este órgano, encargado de desintoxicarnos, almacena el exceso de azúcar en forma de depósito de glucógeno. Cuando el nivel de azúcar en sangre desciende bruscamente, el hígado suministra la glucosa al torrente sanguíneo y el cuerpo vuelve a cargarse con energía. El hígado también interviene activamente en el metabolismo de las grasas y posee una influencia significativa en él.

Los micronutrientes, como sustancias vitales que son, inhiben los procesos inflamatorios del organismo, eliminan los radicales libres y contribuyen a normalizar el estado del colesterol. De este modo, se puede contrarrestar de forma natural la progresión de la enfermedad. Junto a una dieta equilibrada, antiinflamatoria y rica en vitaminas pueden controlar el hígado graso no alcohólico.

La dieta debe ser lo más vegetal posible. Demasiada grasa de la carne y los embutidos alimenta o desencadena la inflamación.

Las personas con hígado graso suelen padecer deficiencia de magnesio y de vitamina D. El zinc, el potasio, el calcio y el fósforo también suelen se escasos en sus analíticas, de modo que suplementar estos micronutrientes puede compensar su déficit. Además, no hay que olvidarse de los antioxidantes que protegen el hígado de los radicales libres. El EGCG (galato de epigalocatequina) moviliza el metabolismo del azúcar y de las grasas. Esta potente catequina se encuentra en el té verde, pero también puede suplementarse.

En el caso de hacerlo, asegúrese de la calidad de lo que compra y de su formulación vitamínica.

Por último, las sustancias amargas de las alcachofas estimulan el flujo de bilis. De este modo, el hígado se alivia y la digestión de las grasas es más sencilla. Las personas con niveles altos de colesterol también se ven beneficiadas pues las alcachofas poseen propiedades reductoras del colesterol LDL.

FUENTES:

  • Instituto de Investigación Dr. Rath (2019). Zuckerstoffwechsel kann von Mikronährstoffsynergie profitieren. Abgerufen 01.12.2022, de: www.drrathresearch.org
  • H. Fernando et al. Desarrollo y progresión de la enfermedad del hígado graso no alcohólico: The Role of Advanced Glycation End Products. Int J Mol Sci. 2019 Oct 11;20(20):5037. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31614491/
  • M. Parker et al. Suplementación con Omega-3 y enfermedad del hígado graso no alcohólico: una revisión sistemática y metaanálisis. J Hepatol. 2012 Abr;56(4):944-51. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22023985

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