Un nuevo y preocupante estudio ha revelado que más del 40 por ciento de los ríos del mundo puede contener actualmente niveles nocivos de contaminación por medicamentos. El estudio, publicado en la revista Environmental Toxicology and Chemistry, revela que en 461 de los 1.052 lugares controlados en 104 países había concentraciones de fármacos consideradas preocupantes. Los investigadores concluyen que la contaminación farmacéutica es un problema mundial y afirman que es urgente trabajar para reducir las concentraciones en los ríos hasta niveles aceptables.
Para evaluar el impacto en los ríos de todo el mundo, el análisis utiliza los resultados de un estudio de seguimiento mundial de 61 principios activos farmacéuticos examinados junto con los datos eco-toxicológicos y farmacéuticos disponibles. Por desgracia, no sólo el 43,5% de los lugares muestreados presentaban concentraciones de fármacos consideradas preocupantes, sino que 23 de las sustancias medidas se encontraban en concentraciones superiores a las que actualmente se consideran «seguras». Dichas sustancias incluían fármacos como antidepresivos, antimicrobianos, antihistamínicos, betabloqueantes, anticonvulsivos, antihiperglucémicos, antipalúdicos, antifúngicos, bloqueadores de los canales de calcio, benzodiacepinas, analgésicos y progestágenos. Los fármacos detectados con mayor frecuencia fueron la carbamazepina (un anticonvulsivo) y la metformina (un medicamento para la diabetes).
Los investigadores señalan que, en la actualidad, hay más de 1.900 compuestos farmacéuticos en uso en la medicina humana y veterinaria, y que es inevitable que éstos se propaguen al entorno natural durante su fabricación, uso y eliminación. Existen numerosas pruebas de cómo los compuestos farmacéuticos pueden afectar negativamente a la salud de los ecosistemas. El documento cita, como ejemplos, un notable descenso de las poblaciones de buitres en el subcontinente indio, efectos en el comportamiento de los peces y un aumento de las bacterias resistentes a los medicamentos como muestras del daño que se está produciendo. Las mayores concentraciones acumuladas de productos farmacéuticos en las aguas superficiales se encontraron en el África subsahariana, Asia meridional y Sudamérica, siendo Lahore, en Pakistán, el sistema más contaminado.
Los investigadores afirman que, aunque su estudio supone un importante avance en la comprensión de los posibles efectos eco-toxicológicos globales de los productos farmacéuticos, aún queda mucho por hacer. Dado el gran número de fármacos que se utilizan actualmente en la llamada «medicina moderna», y el hecho de que el estudio sólo examinó 61 de ellos, los investigadores reconocen que su análisis puede estar subestimando los impactos reales en los sistemas acuáticos de todo el mundo. Además, señalan que los ríos analizados no sólo contienen productos farmacéuticos, sino también otros contaminantes, como productos químicos industriales, pesticidas y metales. Estos también tendrán inevitablemente efectos ecotoxicológicos.
En la conclusión de su estudio, los investigadores señalan que las actuales evaluaciones de riesgo eco-toxicológico se han llevado a cabo principalmente con enfoques de un solo compuesto. Es decir, ignoran esencialmente los efectos sinérgicos negativos que tienen los medicamentos y las sustancias químicas cuando se presentan en combinación. Es evidente que este enfoque debe cambiar. Las investigaciones realizadas en Dinamarca ya han confirmado los peligros de los cócteles químicos en los alimentos. Así, por ejemplo, ahora sabemos que incluso pequeñas dosis de pesticidas y bifenilos policlorados (PCB) pueden amplificar sus efectos negativos cuando se presentan en combinación. Sin duda, lo mismo ocurrirá con los numerosos medicamentos y productos químicos que contaminan el medio ambiente.
Incluso antes de la publicación de este último estudio, ya sabíamos que los efectos de la omnipresente industria farmacéutica son insostenible desde el punto de vista científico y económico. Mediante el desarrollo deliberado de gran variedad de medicamentos que sólo tratan los síntomas de las enfermedades y evitan abordar sus causas fundamentales, se prevé que los ingresos anuales de las farmacéuticas, a escala mundial, alcancen los 1,8 billones de dólares en 2026. Para ilustrar cómo este modelo de negocio tiene el potencial de llevar a la quiebra a economías enteras, una investigación publicada en el Journal of the American Medical Association (JAMA) estimó recientemente que cerca de la mitad de todos los nuevos medicamentos recetados de marca lanzados en Estados Unidos en 2020 y 2021 tenían un precio original de, al menos, 150.000 dólares al año.
Pero por si esto no fuera ya suficientemente negativo, las pruebas del daño eco-toxicológico que las empresas farmacéuticas están causando en el planeta demuestran claramente que la medicina basada en medicamentos es también insostenible desde el punto de vista medioambiental. Sustituir el paradigma actual por sistemas naturales de atención sanitaria basados en enfoques nutricionales y de Medicina Celular no sólo beneficiaría a la salud de la humanidad, sino también al medio ambiente. Es hora de que los ecologistas y las organizaciones de campañas «verdes» de todo el mundo lo reconozcan y se unan a los defensores de la salud natural para trabajar por la reforma sanitaria.
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