¿Sabías que los alimentos de hoy tienen menos nutrientes que antes?
Todos sabemos lo importante que es una alimentación saludable basada en plantas. Sin embargo, hoy en día, muchos alimentos no son tan ricos en nutrientes como antes. Durante la producción y el procesamiento de frutas y verduras, se pierden vitaminas, minerales y otros componentes valiosos. No obstante, una suplementación nutricional adecuada puede compensar fácilmente estas pérdidas.
En 2004, un estudio de la Universidad de Texas llamó mucho la atención. Donald Davis y sus colegas describieron en el Journal of the American College of Nutrition que el contenido de nutrientes en 43 alimentos, especialmente vegetales, había disminuido notablemente entre mediados y finales del siglo XX. Las mayores pérdidas se encontraron en proteínas, calcio, fósforo, hierro, vitamina B2 y vitamina C, con reducciones que oscilaban entre el 6 % (proteínas) y el 38 % (vitamina B2). Particularmente destacable fue la disminución del calcio en el brócoli y la col rizada, mientras que las espinacas y los pepinos mostraron una notable reducción de hierro. Además, los espárragos y el repollo perdieron significativamente vitamina C.
Desde entonces, las pérdidas de nutrientes en los alimentos han continuado aumentando. Los resultados de investigaciones sugieren que las plantas de cultivo pierden valor nutricional debido al aumento de los niveles de CO₂ en la atmósfera. Por ejemplo, un equipo internacional de investigación descubrió en 2018 que niveles elevados de CO₂ reducen el contenido de proteínas, vitaminas B, hierro y zinc en el arroz.
El aumento de las concentraciones de CO₂ no es la única causa de la pérdida de nutrientes en frutas y verduras. Por ejemplo, el uso excesivo de pesticidas antes de la cosecha afecta negativamente el contenido nutricional de los alimentos vegetales. Los pesticidas dañan el microbioma del suelo, que es crucial para que las plantas absorban nutrientes. Este microbioma está compuesto por microorganismos que descomponen compuestos orgánicos y hacen que los nutrientes estén disponibles para las plantas. Al destruir estos microorganismos beneficiosos, los pesticidas reducen la capacidad de las plantas para absorber nutrientes.
Un uso incorrecto de fertilizantes también puede tener efectos adversos. La fertilización excesiva altera el equilibrio químico del suelo, lo que puede provocar la lixiviación de minerales esenciales como magnesio y zinc. Estos nutrientes son arrastrados hacia capas más profundas del suelo o al agua subterránea, volviéndose inaccesibles para las plantas. A largo plazo, esto reduce la fertilidad del suelo y, con ella, el contenido nutricional de los cultivos que crecen en él.
Las prácticas agrícolas como los monocultivos también contribuyen al problema. Al cultivar repetidamente la misma planta en la misma área, el suelo se agota de ciertos nutrientes específicos, hasta que ya no puede proporcionarlos a las plantas.
DESDE EL CAMPO HASTA EL PLATO: VITAMINAS EN HUIDA
Tras la cosecha, las pérdidas de vitaminas y nutrientes continúan debido a factores como largos trayectos de transporte y almacenamiento inadecuado. Las altas temperaturas y la exposición a la luz son especialmente dañinas para la vitamina C, que es muy sensible a la luz, el calor y el oxígeno. Las vitaminas A, D y E son algo más resistentes al calor, pero también deben protegerse de la exposición prolongada al oxígeno y la luz.
Finalmente, el proceso de preparación de los alimentos agrava la pérdida de nutrientes. Lavado, cocción y ebullición eliminan micronutrientes esenciales.
SUPLEMENTOS ALIMENTICIOS COMO SOLUCIÓN
Seleccionar alimentos con cuidado y prepararlos de forma adecuada puede ayudar a preservar una parte de los nutrientes. Sin embargo, el declive general en los niveles de nutrientes en los cultivos no puede revertirse únicamente mediante dieta. Los suplementos alimenticios ofrecen una forma efectiva de proporcionar al cuerpo vitaminas, minerales y otras sustancias bioactivas esenciales que no se obtienen en cantidad suficiente de los alimentos.
Es importante elegir suplementos desarrollados científicamente, cuya eficacia esté respaldada por estudios. Los productos de alta calidad evitan aditivos innecesarios como colorantes y sabores artificiales. Además, es clave optar por proveedores confiables con experiencia respaldada por institutos de investigación independientes.