La piel no solo es el órgano más grande del cuerpo, con un área de unos 2 m2 y varios kilos de peso, sino que también es un espejo de nuestra salud. Nuestra piel es la primera barrera que nos protege de patógenos y contaminantes. Juega un papel clave en la regulación de la temperatura corporal y la eliminación de muchos productos metabólicos.
Su aspecto da pistas sobre la sobreexposición a la luz solar o a la contaminación ambiental. También refleja si hemos tenido demasiado estrés, falta de sueño, estamos deshidratados o hemos consumido demasiada cafeína, azúcar, alcohol o humo de cigarrillo. La piel puede indicar problemas con las funciones de los sistemas digestivo, cardiovascular y nervioso. A veces también apunta a desequilibrio hormonal e inflamación. La mayoría de nosotros nos preocupamos por la apariencia de nuestra piel por motivos estéticos, sin embargo, ciertos problemas de la piel, como su condición grasa o seca, el acné, las arrugas o las manchas de la edad, indican una mala salud de la piel y de los órganos internos.
La estructura de la piel
La buena salud comienza con el conocimiento. Si queremos cuidar bien nuestra piel, es importante conocer más sobre este órgano. La piel consta de tres capas principales:
La epidermis, la capa más externa, contiene queratina y melanina, que nos fortalecen y protegen de la luz solar intensa
La dermis, la segunda capa, está enriquecida con vasos sanguíneos, nervios y fibras de colágeno necesarios para nutrir, oxigenar, reafirmar y dar elasticidad a la piel.
La capa inferior, el tejido subcutáneo, contiene células grasas que mantienen la temperatura corporal.
La primera capa o epidermis no contiene vasos sanguíneos y, por lo tanto, depende de los nutrientes suministrados por la dermis. Sin embargo, las arrugas, las manchas de la edad y otros cambios indeseables se ven primero en la epidermis. Esto nos dice que, además de la suplementación oral, la aplicación tópica es una forma efectiva de entregar nutrientes directamente a esta capa de piel.
Colágeno insustituible
La firmeza y elasticidad de la piel dependen de sus principales componentes: colágeno y elastina. Por lo tanto, la reducción en la producción y el aumento del deterioro del colágeno y la elastina aceleran los síntomas del envejecimiento. Una piel sana también necesita una producción óptima de glicosaminoglicanos y ácido hialurónico presentes en la sustancia básica que une las células de la dermis y la epidermis en la piel. Un bajo contenido en ácido hialurónico perjudica la hidratación de la piel, su estructura y elasticidad, y la capacidad de autorreparación.
Con la edad la disminución en la producción de la hormona del crecimiento se manifiesta en la piel apagada debido a una disminución en la producción de nuevas células de la piel y una acumulación de células muertas en las capas de la piel. También aumenta la pigmentación de la melanina, que se acumula en pequeñas bolsas en la piel. Es entonces cuando aparecen las manchas marrones, también conocidas como «manchas solares». Estas «manchas de la edad» también pueden ser promovidas por una deficiencia de micronutrientes como las vitaminas C y E y los aminoácidos prolina, lisina y arginina.
Azúcar y piel
Una amenaza para la apariencia de la piel y para la salud en general es el aumento del consumo de azúcar. ¿Pero por qué? El consumo excesivo de azúcar conduce a la formación de alcohol, destruye la mucosa, altera la flora bacteriana y el sistema inmunológico. El cansancio y la falta de energía por las recaídas de insulina se disparan, pero eso no es todo.
Con el azúcar, los procesos de glicación en el cuerpo se intensifican. Cuando los niveles de azúcar en la sangre se elevan con frecuencia, las proteínas se unen a las moléculas de azúcar para formar los llamados AGE: productos finales de glicación avanzada, no reconocidos por el cuerpo y combatidos como cuerpos extraños. Este mecanismo conduce a un aumento de los procesos inflamatorios en el organismo, endurecimiento de las fibras de colágeno y elastina, pérdida de firmeza de la piel y aceleración de los procesos de envejecimiento de la piel. El alcohol producido por un consumo excesivo de azúcar no solo dilata los capilares, sino que también incide en el envejecimiento y la sequedad de la piel.
Micronutrientes para una piel sana
La buena noticia es que podemos mejorar nuestra piel de forma natural. La vitamina C, junto con la lisina y la prolina, son esenciales para la producción de colágeno saludable y, junto con la vitamina E, pueden reducir el daño de los radicales libres. La vitamina C sola ayuda a reducir el estrés oxidativo, mejora el daño de la piel por los rayos UV y la inflamación, y reduce el riesgo de cambios. Además, el uso de vitamina C puede fortalecer la barrera inmunitaria de la piel. También tiene un efecto antihistamínico que ayuda a reducir la picazón y otras dolencias asociadas con enfermedades alérgicas de la piel. El extracto de semilla de uva y su OPC, -abreviatura para compuesto de proantocianidinas oligoméricas, pertenecientes a sustancias vegetales secundarias- proporciona un apoyo eficaz para la salud de la piel.
OPC para una piel hermosa
OPC no es solo un poderoso antioxidante efectivo como protector de las plantas. También es un «especialista» que trabaja en áreas específicas del cuerpo humano. Tiene un efecto particularmente positivo en la piel, los ojos, el sistema inmunológico e incluso el equilibrio hormonal. De ahí que sus propiedades sirvan, a menudo, para mantener una piel sana y bonita. El OPC junto a otros polifenoles de semilla de uva, protegen las células de la piel, los fibroblastos, las proteínas fibrosas y los vasos sanguíneos contra la acción de los radicales libres y, por lo tanto, contra su daño.
El potencial antioxidante de la OPC resulta ser 20 veces superior a la actividad de la vitamina E y 50 veces superior a la de la vitamina C. Al mismo tiempo, el OPC activa la vitamina C y potencia su acción. Fumar, los estimulantes y, sobre todo, los largos baños de sol aceleran los procesos de envejecimiento de la piel. Gracias al OPC, el tejido conectivo no solo está protegido, sino que también recupera su elasticidad.
La industria cosmética suele prometer la mejora de la apariencia de la piel en sus anuncios y no siempre las promesas conducen al resultado deseado. A veces, incluso pueden llegar a perjudicar a la apariencia y función de la piel. Porque el conocimiento y los métodos científicamente probados son lo más efectivo a la hora de mantener la salud de la piel y de todo el cuerpo.