La enfermedad de Hashimoto con micronutrición
Tiroiditis de Hashimoto

Se estima que 4 de cada 1000 mujeres y 1 de cada 1000 hombres padecen la inflamación crónica de la glándula tiroides, conocida como tiroiditis de Hashimoto.

Esta enfermedad autoinmune es una de las causas más comunes de hipotiroidismo tiroideo y se caracteriza por fatiga, trastornos del sueño, problemas de concentración, estreñimiento y aumento de peso. En este caso también, se ha descubierto que muchos pacientes presentan deficiencias de varios micronutrientes. Por ello, la ingesta selectiva de vitaminas, minerales y otras sustancias naturales puede ser una medida sensata para todos los afectados.

En el caso de la tiroiditis de Hashimoto, que debe su nombre al médico japonés Hakaru Hashimoto, las células de defensa del propio organismo atacan a las células tiroideas. Esta reacción autoinmune provoca una inflamación crónica del tejido tiroideo, que se destruye con el tiempo y deja de producir suficientes hormonas, incluidas la T3 y la T4, que controlan muchos procesos del organismo. El resultado es una glándula tiroides hipoactiva (hipotiroidismo), en la que muchos procesos metabólicos sólo tienen lugar de forma limitada. Esto puede dar lugar a una gran variedad de síntomas.

Desencadenantes del Hashimoto

Cómo se produce esta reacción autoinmune aún no está claro. Los posibles desencadenantes y factores de riesgo son una predisposición genética, la exposición a determinadas toxinas ambientales, el estrés crónico, y un consumo muy elevado de yodo.

La carencia de ciertos micronutrientes también es un posible factor desencadenante.

Tratamiento convencional

No existe tratamiento para la enfermedad de Hashimoto y, desde la medicina convencional, no hay terapia. Lo que se trata es el hipotiroidismo, que se produce cuando la inflamación ya ha destruido el tejido tiroideo. Esto suele implicar la administración de comprimidos hormonales y que los afectados tengan que tomar la medicación durante el resto de su vida.

Comprobar la ingesta de yodo

En relación con una tiroides hipoactiva, a menudo se aconseja asegurar una ingesta suficiente de yodo. Sin yodo, no pueden producirse hormonas tiroideas. Paradójicamente, sin embargo, el yodo debe utilizarse con precaución en la enfermedad de Hashimoto: un exceso del oligoelemento puede tener un efecto negativo en la evolución de la enfermedad. Por lo tanto, deben evitarse los alimentos muy ricos en yodo.

Cualquier persona que padezca Hashimoto puede aliviar los síntomas mediante la dieta. La base debe consistir en verduras frescas, ensaladas, pescado, legumbres y setas. Los alimentos probióticos favorecen una flora intestinal sana, que a su vez es esencial para un sistema inmunitario intacto. La ingesta adicional de micronutrientes es muy recomendable, ya que compensan los síntomas de carencia, reducen la inflamación, inhiben el daño tisular y favorecen el metabolismo en su conjunto.

Algunas de estas sustancias naturales con efecto claro sobre esta condición son:

La vitamina D: los pacientes de Hashimoto son más propensos a tener bajos niveles de vitamina D y un aumento de los anticuerpos contra el tejido tiroideo. En estos pacientes, la función de los receptores de la vitamina D en la glándula tiroides suele tener alterada su función.

El zinc interviene en la formación de las hormonas tiroideas y favorece su funcionamiento saludable. Se trata de un oligoelemento que también es importante para el sistema inmunitario. Se sospecha que su carencia incrementa el riesgo de enfermedades autoinmunes como la de Hashimoto.

El zinc también contribuye a la inhibición de los procesos inflamatorios y es, por tanto, importante para los afectados, del mismo modo como actúa la vitamina solar, que también tiene un efecto antiinflamatorio.

El selenio es un oligoelemento esencial necesario para la producción de hormonas tiroideas y, junto con el zinc y el magnesio, interviene en la conversión de la hormona T4 en la más activa T3. Sin esta conversión, las células no reciben la forma más eficaz de la hormona tiroidea. El selenio también ayuda a la glándula tiroides a luchar contra el estrés oxidativo e inhibe los procesos inflamatorios. Los estudios demuestran que suplementos de selenio mejoran la evolución de la enfermedad en pacientes de Hashimoto.

El hierro, por su parte, favorece la formación de hormonas tiroideas, los ácidos grasos omega-3 tienen un efecto antiinflamatorio, la vitamina C favorece la formación de tejido sano y, junto con la vitamina E, contrarresta el estrés oxidativo.

El complejo vitamínico B también puede tener un efecto positivo en la enfermedad de Hashimoto. Las vitaminas de este grupo B desempeñan, entre otras cosas, un papel en el metabolismo energético de nuestro cuerpo, que, a su vez, está regulado por las hormonas tiroideas.

Por ello, es importante incluir las vitaminas del complejo B en cantidades suficientes, ya que una deficiencia de vitamina B12 en particular se encuentra a menudo en los pacientes de Hashimoto. En este sentido, la ingesta adicional de vitamina B12 ayuda a compensar el cansancio y la fatiga asociados a la enfermedad autoinmune.

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